Me he quitado del paso de tanta gente, que las gentes parecen pocas entre los demasiados; me he vuelto tan aparente, que definitiva y vulgarmente sólo parezco uno más. Es ese empeño por difuminarme dentro de poco, que tarde al darme cuenta de haberlo conseguido me retracto de todo. Una de tantas veces que en la búsqueda he partido, me encuentro solo de vuelta habiendo partido demasiado lejos, casi siempre para nada más allá de perder un poco el tiempo.

Faltan muchas cosas por voltear de cabeza, y más tarde que temprano, se me vienen a mente, algunas de esas cosas superfluas cuando me encuentro con alguien conozco después de algunos años, y esas mordidas de antaño brotan con nuevas marcas y cardenales cada noche más y más evidentes, más dolorosas.

Trato de salir avante y me lanzo a por aquellas pequeñas cosas que me orillan a de nuevo levantarme, día tras día, vez con vez, respiro a respiro. Por eso regreso a escribir un poco después de tanto, porque sigo sin encontrar esa sombra que se me ha perdido, alejado definitivamente de todas las cosas que alguna vez me hicieron sentirme justificado y para colmo de males culpable, como debiéndole algo a alguien que tengo ganas de escupir en la cara.