A todas aquellas mujeres que al no quedarse con nosotros hicieron este sue?o posible.
A todos aquellos que con su ignorancia nos siguen haciendo superiores.
A nuestras madres.
Y a nadie más.
Misantropía
Bienvenidos Todos
Encuentros mudos.
Era de día y te miraba sin llegar aún a verte, te esperaba encontrar en el camino a casa juntos que nunca sucedió. Era de tarde o de mañana, como tarde y ese mañana que nunca nos permitieron coincidir de noche, de madrugada, de ayer hace ya tanto tiempo que se ha borrado tu rostro a la distancia cuando es de tarde demasiado noche.
Nunca llegó esa mirada completa, fueron instantes fugaces de infortunio disfrazado de ilusión, aquellos que preludiaron a esos encuentros mudos que siempre mantuvimos demasiado cerca, entre nosotros que necios de emocionarnos tarde, llegamos demasiado tarde a todo lo que tuvo que ver con los dos.
Fueron encuentros mudos donde te miraba, pero veía a través de vos, miraba el horizonte que sobre tu cuerpo se dibujaba, y eran tus ojos retadores los que me incitaban a ofenderte un poco después de la derrota compartida a regañadientes, donde nunca dijimos nada, más allá de las palabras que necias, nunca expresaron lo que acaso quisimos decir.
A la distancia seguimos siendo los mismos necios tontos de antaño, los mismos mudos de ayer y de supongo mañana, el día en que de nuevo nos veamos, intentando dejar atrás el oprobioso acto de quedarnos callados, mudos acomplejados que siempre sufrimos tanto por no querer vulnerarnos al decir "te quiero". P.D. Si lo leyeras, sabrías que es en vos en quien he pensado al escribirlo.
Caminabas con la duda entre las piernas, andabas buscando nuevas cosas que te ayudaran a tener un tema del cual platicar con tus amigas. Sentías la duda y el morbo de saberte vulnerada intencionalmente y lo estabas disfrutando, experimentando por vez primera eso que sólo habías escuchado por terceras personas.
Le miraste fijamente notando el peso de sus ojos en tu figura, su mente te imaginaba entonces dispuesta a darle lo que pidiera, a complacerle, a mimarle en cualquier sentido, o al menos eso pensaste vos al verle disimuladamente. Encontraste en él la compañía de las horas solas que tanto detestabas, tendrías entre tus manos ese poder de manipular a tu antojo, lo que tus padres tanto te advirtieron y negaron cuando niña creías haber crecido lo suficiente.
Nunca entendiste el por qué de sus advertencias, de sus presurosos y preocupados cuidados para con vos, una pequeña vulnerable a la que querían evitar el dolor de ser lastimada, que con llanto en los ojos a su consuelo llegaras el dia que él te abandonara, ellos sólo buscaban evitarte esa congoja acompañada de dolor.
Lo habías decidido ya para entonces, y vivirías con él ahora que estabas libre y sola en casa desde que entraste a la escuela, y tus padres no habían querido viajar contigo a la capital; ahora no estaban ellos para vigilarte a todas horas, para decirte que no le metieras en tu cama, como tantas ganas tuviste de hacerlo en cuanto le viste caminar frente tuyo. Ya no más de dormir sola por las noches, ahora dormirías con él.
Era deseo lo que por él sentiste de inmediato, imaginaste sus cuerpos tendidos en el pasto, su lengua jugueteando por tu cuerpo, su naríz olfateandote toda como su deseara comerte a cada rato, su cuerpo crecido y fuerte dominándote y llevandote un poco a la fuerza por las calles, deseabas sentirlo protector a tu lado, provocando miradas de asombro y admiración de la linda pareja que formaran, tu protector y vos.
Te viste jugando con él desde el principio, bañándole, peinándole o despeinándole a tu antojo por las mañanas, antes de dejarle durmiendo en tu cama, hermoso y pleno como le habías contemplado desde antes de conocerle; querías estuviera para vos al llegar del turno de noche, y que sin reclamos te diese la bienvenida con un beso en la mano, y otro más en la mejilla o en los labios.
Era inevitable, ya estaba decidido, te acercaste temerosa hasta su encuentro. Miraste y sentiste cómo se te quedaban viendo los demás por haberlo elegido a él en especial, como si todos quisieran irse de tu mano en ese instante; sin dudarlo un segundo más extendiste tu mano hasta alcanzarle y después de haber terminado de platicar con el encargado que se te quedó mirando también todo ese rato, fuiste en ese preciso instante infinitamente felíz, habías cumplido ese sueño tan anhelado, por fin era tuyo.
Y te fuiste caminando con tu primer perro rumbo a casa.
Reflexión del día. Por Thot Kinji.
Un poquito de porfavor!..
Hace falta entender, que en la envidia hay un poco de impotencia que debemos ver con ojos de lástima.
Una breve semblanza, un solo suspiro atrapado por aquí.Saludos a los visitantes. Si desean leer algunas cosas nuevas, visiten:
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