Tal vez deseo dormir y descansar, nunca despertar, jamás los ojos abrir ni una sola vez más, perderme en un sue?o eterno, imperecedero estado de letargo, permanente somnolencia y que nadie note mi ausencia.

Dejar que los días corran, el tiempo pase, la tierra flote, el astro rey se oculte, el mar se seque y los humanos por fin expiren, como toda especie, como todo reino, que se invada de fuego y se caiga el cielo.

Alivio para mi es el llegar de la noche, la invasión de la penumbra, el resurgimiento de las sombras, el emerger tenebroso en que la luz se pierde y la oscuridad sus aposentos expande a toda región, cultura y pueblo anunciando es momento preciso, de recostarse y con el pensamiento divagar hasta que con el peso de los ojos no podamos ya más a Morfeo enga?ar.

Y que se desaten las guerras, se icen banderas, que ondeen con el viento y se escuchen los himnos, seguidos por gritos de temor, de terror, de dolor, del rugir de un ca?ón y se vengan las pestes y las epidemias y el sol ya no brille y las flores marchite, que crucen los cielos los jinetes eternos del Apocalipsis y sea por siempre el eclipse.

Que suba la marea al vislumbrar luna llena anunciando la inminente llegada, de excelsos depredadores, sublimes aniquiladores, de los hombres lobo que sedientos de sangre impongan presencia causando terror con el poder de su aullido, que despierte a los ni?os y sufran de angustia, chillando agudamente auxilio al Se?or.

Que derriben los muros, se caigan barreras, se tiren las torres y perezcan ciudades enteras, que el caos predomine por todas las urbes, que se deshielen glaciares, caigan los diluvios y se inunden metrópolis extinguiéndose la fauna, impotente Noe no los salve, que revivan los muertos y se lleven los sue?os de todos los despiertos y que los volcanes hagan erupción y arrasen con magma las iglesias donde los arrepentidos hincados suplican jamás llegue el armageddon.

Que se vendan las almas de las puritanas y se prostituya la infancia, que se viole a las madres y sodomize a los padres, que se oigan gemidos, pujidos y gritos, que les corten la lengua a los charlatanes y extirpen los ojos de los voyeuristas, que se someta a las multitudes y la histeria se vuelva colectiva, que no quede ni una sonrisa ni corazón que palpite por amor, que Nostradamus tenga razón, bienvenido el cataclismo y enhorabuena la pena del juicio final que directo al infierno vamos a parar, catástrofe, desastre, pánico, horror, caos, confusión que todo perezca, la muerte se acerca y sin cuidado me tiene pues ya, es hora de dormir.